El cole de Juan

Ago 1, 2006 | Conciliar, Crianza

No creo que las primeras adaptaciones al colegio sean gratas. Yo parto de esa premisa, sobre todo en las edades en las que escolarizamos a los niños actualmente (2-3 años). Algunos tienen la suerte de postergar esa etapa, otros nos atenemos a lo que hay. Pero si tu escuela no facilita un periodo de adaptación, siempre puedes negociar con el centro una opción alternativa.

Con mi primera hija pasé por el aro y tuvo el «pack completo»: comenzó de 9:30 a 5 con dos años y medio, así de golpe. Lloró prácticamente los tres primeros meses y, algo me decía que no estaba bien, a pesar del «si a los tres minutos se le pasa» de las profesoras.

La experiencia y la seguridad como madre me hicieron ver con claridad lo que realmente debía hacer en la adaptación escolar de Juan, mi segundo hijo. Y recalco la seguridad porque es fácil caer en la etiqueta de «madre protectora» cuando luchas por el bienestar emocional de tus hijos. Y, una vez has superado ese complejo de gallina clueca, los comentarios del entorno te afectan mucho menos.

Así es cómo una semana antes de que Juan empezara su primer día de colegio, fui a hablar con la profesora. El centro no ofrecía una adaptación paulatina y la jornada escolar (de 9:30 a 5) me parecía agotadora para sus tres años.

Mi planteamiento fue llevar a Juan a conocer el aula y la profesora ANTES del comienzo de curso. Así él tendría tiempo para explorar su nuevo hábitat y familiarizarse con el entorno. Podría también conocer a su profesora que iba a ser su nueva referencia. Me parecía importante que fuese todo poco a poco ya que unos días después tendría otras 24 caritas nuevas, muchas de ellas en crisis total.

Otra de mis negociaciones fue reducir su horario. Pacté con la profesora que iría a buscarle a la hora de comer. Así, un horario de 9:30 a 12:30 me parecía más razonable para un niño de su edad. Para mi sorpresa la propia profesora parecía encantada con la idea. Incluso me comentó que todavía había padres que se quejaban porque querían ampliar aun más la jornada escolar.

Creo que es importante no imponer tus criterios al colegio. NEGOCIAR, hacerte aliado del profesional que va a cuidar de tu hijo. Es una colaboración entre los dos: profesor-familia, y de esa colaboración se van a beneficiar los niños. Hay muchas fórmulas para pactar un comienzo feliz.

A veces son los propios padres los que menosprecian los periodos de adaptación, o los ven como un inconveniente. Todavía no hay conciencia sobre la importancia de hacer más fácil esa primera separación, que en muchos casos es casi como cortar el cordón umbilical.

Juan va contento al colegio. No quiere decir que las dos primeras semanas fueran sobre ruedas, pero se ha integrado en el grupo sintiendo que el colegio es un lugar amable.

Ojalá algún día todos los centros educativos ofrezcan esa posibilidad. De momento, los que nos salimos de la norma seguimos siendo unos «padres protectores» que impedimos que nuestros hijos de tres años se «independicen».

Artículo publicado en Viure en família

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